Frédéric Bastiat
Escuchemos a un fabricante, que en la junta de comercio de Manchester, se explicaba así (suprimo las cifras en que apoyaba su demostración):
«Antes exportábamos telas, después esta exportación fue seguida de los hilos, materias primas con que aquellas se fabrican, después se exportaron máquinas y los instrumentos necesarios para los hilos; más tarde se deslizaron los capitales, con los cuales construíamos las máquinas, y en fin, se marcharon también nuestros operarios y con ellos nuestro genio industrial, de donde provienen los capitales. Tantos elementos de trabajo fueron unos en pos de otros a buscar puntos más ventajosos para ejercitarse con mayor fruto, puntos donde la existencia fuese no tan cara, la vida más fácil, y así es como actualmente se ven en Prusia, en Austria, en Sajonia, en Suiza, en Italia, inmensos artefactos fundados con capitales ingleses, servidos por operarios ingleses, y dirigidos por ingenieros ingleses.»
(Extracto de «Édaliser les conditions de production», en Sophismes économiques, Petit pamphlets I, Oeuvres complètes, Tome quatrième, Guillaumin et Cie., Libraires, Paris, 1854, p. 33.)