«Desde 1969 (el año siguiente de la visita del Papa a Latinoamérica y de CELAM II) Fidel Castro absolvió a la Iglesia católica de los pecados de conservadurismo y sumisión a los norteamericanos. En un discurso el 14 de julio de ese año, Fidel admitió por primera vez que el foco guerrillero no podría ser el único agente de la revolución comunista latinoamericana» (Carlos Rangel, Del buen salvaje al buen revolucionario, Monte Ávila Editores, Caracas, 1977, p. 230)

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