«Ninguna de las acusaciones que se hacen al sistema del libre cambio y de la propiedad privada es más insensata que la que le reprocha ser antisocial e individualista y reducir a verdaderos átomos el cuerpo social. El comercio no ejerce acción disolvente como afirman los románticos, llenos de admiración por los sistemas autárquicos limitados a pequeños territorios; contribuye, al contrario, a la unión. Sólo gracias a la división del trabajo se anuda el vínculo social; esta división es el principio mismo de la sociedad. Quienquiera que se pronuncie en favor de la autarquía económica de los diferentes países trata de destruir la sociedad ecuménica. Quienquiera que por la lucha de clases se esfuerce en destruir la división del trabajo dentro de un país, es antisocial.»
(Ludwig von Mises, Socialismo, Western Books Foundation, Nueva York, 1989, pp. 313-314)