Ferdinand LasalleLa filosofía de los “derechos adquiridos” es propia de una concepción delincuencial. Así es, estamos ante la justificante de un robo. En esa medida, no podemos estar ante un derecho.

Quien exige como suyo lo que no le pertenece (porque no lo tiene) jamás podrá argumentar jurídicamente su pretensión. Ello sólo podrá ser posible a través de la política, la moral torcida y la sinvergüencería. La mal llamada “legislación social” (entre la que está el “derecho del trabajo”) proviene de estos antros.

Al respecto, hay que recordar que el padre de esta criatura fue Ferdinand Lassalle (1825-1864), el precursor del Partido Socialdemócrata alemán. Este colaborador de Marx y Engels fue el que blandió estos argumentos a través de su libro El sistema de derechos adquiridos (1861). Su objetivo era puntual: minar el capitalismo.

Tal es como se concibió que el estado debía de abocarse a restablecer un “orden justo” vía el poder político. Se optaba por lo político porque sólo por esa vía (la de la arbitrariedad y la fuerza bruta) se podía esquivar el imperio del derecho y de la propiedad.

A partir de entonces se empezó a subvertir el mismo sentido común. Lo mío no necesariamente será “lo mío”, sino también “lo tuyo”, “lo de ellos”, “lo de los demás”. En resumen, todo lo que la enrevesada imaginación del pedigüeño de turno desee secuestrar para sí. Acaso como el discurso de un timador, bajo este sortilegio se asume que todo es maleable desde la ley. Punto de origen de una profusa legalidad de dudosos principios éticos y jurídicos.

Share This