Raúl Bravo Sender

El economista Juan José Garrido Koechlin, profesor de Economía Austríaca en la Universidad Peruana de Ciencias Aplicadas UPC-, publicó recientemente en el Diario El Comercio (09 de Mayo del presente año), un artículo en el que confronta a las recetas económicas dadas luego del crack de 1929, y que se inclinaron a favor de las propuestas por John Maynard Keynes, frente a las de los economías austriacos, llamando la atención sobre la falta de compromiso de los integrantes de esta escuela de pensamiento económico (Menger, Mises, Hayek) con la realidad, al limitarse a esbozar teorías y no comprometerse a llevarlas a la práctica. Es decir, de lo escrito por Garrido –a quien reiteradamente he traído a esta cálida ciudad como expositor-, se puede colegir que, el haberse quedado en el mundo de las ideas y no ensuciarse con el barro de la acción, constituye un error. Curioso, Juan José dirige un think tank bautizado “Institución Acción”, que tiene como lema: “ideas provocando acción”.

El artículo despertó el agudo –y de bona fide– sentido de crítica del abogado, ensayista y buen amigo, Paul Laurent, quien replica el artículo desde su blog interrogándose si realmente aquello es un error. Los argumentos de Laurent se sujetan en los del sociólogo Max Weber; y parten de la premisa de distinguir entre dos actores que se mueven como peces en sus respectivas aguas, los cuales son: el intelectual y el político, siendo que la diferencia entre ambos es que el primero jamás buscará la aprobación del auditorio, precisamente para salvaguardar la integridad de su discurso, mientras que el segundo sí, así tenga que acomodar sus palabras en su afán de cambiar la realidad.

En suma, Laurent no cree que los austriacos hayan incurrido en un error con su cómoda actitud de permanecer en el plano ideológico. Y más bien acusa a nuestro común amigo Juan José de errar en su interpretación sobre el proceder de aquellos. Paul pone como ejemplo la cordial relación que mantuvieron los políticos ingleses con el intelectual escocés de la época Adam Smith, autor de La riqueza de las naciones, quien esbozó las tesis de la división del trabajo.

De ésta última tesis, se podría sostener incluso, que entre intelectuales y políticos existe una natural división del trabajo. Zapatero a su zapato. La tarea del intelectual es esa, la de proponer ideas, como la del militar ganar las guerras y luego de ello retirarse a sus cuarteles, dejando a los civiles la conducción del gobierno. A su vez, la tarea del político es la de aterrizar las soñadoras ideas a la conflictiva realidad.

Los artículos de Garrido y Laurent, respectivamente, en el fondo parlan de otro tema. La ausencia en la arena política peruana de liberales (austriacos, neoclásicos, anarcocapitalistas, y de todas las tendencias). Y es que desde la última aventura política, es decir, la del hoy Nobel de Literatura, Mario Vargas Llosa, no ha aparecido una fuerza política que relance el discurso liberal por los propios liberales. Éstos se han replegado en las editoriales de los principales diarios y se han atrincherado en consultoras. Sin embargo, la ausencia de un partido liberal en el Perú es comprensible, dado que al liberalismo no le apetece el poder.

Y es que en el Perú existe una desilusión con políticos que ofrecen ese gran cambio social que de una vez por todas reivindique a una inmensa mayoría de excluidos –es decir, los mismos informales, que son apartados por una mercantilista legalidad diseñada desde el Estado-, siendo que finalmente, una vez en el poder, se olvidan de lo prometido y se venden a ¿los súbditos del capital extranjero, es decir, los neoliberales?, desacreditando ante la opinión pública a toda una tradición de pensamiento, que le puso frenos a monarcas déspotas y sentó las bases del Estado de Derecho que hoy gozamos, como es la liberal.

Finalmente, Juan José y Paul no han errado en sus cometidos, pues estoy seguro que sus respectivos artículos pueden despertar el interés en un tema pendiente en la agenda liberal peruana: la construcción de un partido.

(Publicado en el diairo La Opinión de Ica el miércoles 16 de mayo de 2012, p. 4)

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