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Indigno es de un rey, y muy ofensivo a su dignidad, contraer empréstitos con sus súbditos, para subvenir a los gastos de su casa, o a los del estado; porque los empréstitos reducen a los príncipes a la triste situación de sufrir que sus ministros u otros funcionarios cometan exacciones injustas que conmueven la estabilidad de los imperios.

(Tomás de Aquino, De regimine principum, Libro Segundo Capítulo VII)

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