En 1937 un militante bolchevique desaparecía para siempre en “premio” a una deducción lógica: que en el comunismo no hay derechos, sólo órdenes. Su nombre: Evgenii Pašukanis. Nacionalidad: ruso. Profesión: jurista.
Aparentemente fue fusilado. Antes de su muerte lo obligaron a retractarse, que en su caso significó tener que redactar un libro distinto al que originalmente había escrito. Así es, la publicación de su Teoría general del derecho y marxismo lo había condenado sufrir las purgas de Stalin. De nada le serviría rectificarse.
Ya en el fragor de la pugna intelectual sus contrapartes lo acusaron de “excesivo economicismo”, de reducir todo el derecho al campo del mercado, de decir que el orden jurídico por excelencia es el burgués, donde todo se sustenta en lo patrimonial y en el consiguiente cambio de mercancías. Por ende, que en la república de proletarios fundada por Lenin no había derechos, sino simples órdenes y mandatos.
Dicho parecer le sería lapidario. Formado al fin y al cabo antes de la Revolución de 1917 en San Petersburgo, pertenecía a una generación que aún pudo alcanzar a teorizar que el derecho era en puridad un producto privado. Juzgaba que ese era su hábitat natural. Por ello es que desarrolló una idea del derecho desde la dinámica comercial, la que torna a las relaciones humanas en relaciones jurídicas adscritas al intercambio de mercancías.
Evidentemente una abstracción. Un proceso que a su entender ha sabido disolver las añejas relaciones estamentales en favor de una igualdad entre formalmente idénticos sujetos de derecho. Por ejemplo, la autonomía de la mujer frente al hombre fue posible desde ese factor. Se estaba ante una generosa evolución. Una evolución que disolvía completamente el precepto de la lucha de clases, pues tornaba iguales a los desiguales sin violencia. Para Pašukanis (¿siguiendo a Locke y Smith?; no, a Marx) la sociedad capitalista era ante todo una sociedad de poseedores de mercancías.
En sus propias palabras, insertas en su Teoría general del derecho y marxismo: «La mercancía es un objeto en el que la concreta multiplicidad de las propiedades útiles se convierte solamente en la simple envoltura cósica de la propiedad abstracta del valor, que se manifiesta como capacidad de cambiarse por otras mercancías en una proporción determinada. Y tal cualidad se presenta como inherente a las cosas mismas debido a una suerte de leyes naturales que operan a espaldas de los hombres con total independencia respecto a sus voluntades.»
Bajo ese parecer, el orden jurídico en sí mismo no es más que la circulación de mercancías. Por lo mismo, el derecho público no es propiamente derecho. Sólo será un garante, un ejecutor de contratos, un valedor de los acuerdos libremente pactados. Distingue la norma jurídica de la norma técnica. Desde éste último discurrir, la caída del derecho burgués no significará el advenimiento del derecho proletario, pues simplemente en este estadio no habrá derecho alguno. Obviamente, el comunismo reemplazará el mercado por medio de la organización.
En conclusión, para Pašukanis en la patria de los trabajadores estos carecían de derechos. Estos sólo podían tenerlos los “proletarios” que ofertaban su mano de obra y conocimiento en el orbe donde imperaba la pax de la oferta y la demanda, donde las personas se relacionan entre sí como seres tanto independientes como iguales.
(Publicado originalmente en el Diario Altavoz.pe)
(Publicado en Tópicos de Actualidad, Año 53, Nº 1017, Guatemala, Octubre de 2012)
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