¿Cómo es que se llega a descubrir una “demanda insatisfecha”?
¿Es una demanda “no satisfecha” por culpa de quién? ¿Lo es porque el que demanda tiene trabas para lograr su satisfacción a pesar de poder cubrir plenamente el íntegro del costo de esa “demanda insatisfecha”, o lo es porque para los expertos de “demandas insatisfechas” el sólo hecho de existir coloca al que más en ese rubro a pesar de no tener recursos ni ganas para “satisfacerse” con ellas?
Si asumimos esto último tenemos dos escenarios altamente diferenciados para aliviar esa demanda. Si el sector privado fuera el que cubra esa “insatisfacción” lo haría buscando al que tiene cómo retribuirle su inversión para ofrecerle los servicios requeridos. Pero si es el estado el que entra a tallar, la lógica se invertirá. Y ello porque su objetivo no será el de lucrar, sino simplemente el de satisfacer a la ciudadanía sin reparar mayormente en razones económicas.
En el supuesto indicado estamos ante un “compromiso social” que aparentemente supera lo económico, donde la posibilidad de generar oferta pasará por gastar lo ahorrado por la hacienda pública. Sin duda, habrá necesidad de refrescar las arcas fiscales con nuevos ingresos. Pero no será desde una capitalización empresarial (un factor ajeno al estado), sino a través de la recaudación de los tributos de los que producen en los mercados satisfaciendo demandas de los que pueden costearlas y quieren costearlas.
Como se ve, siempre será el patrimonio de los particulares el que “capitalizará” al estado. ¿“Capitalizándose” dando algo a cambio, algo que vaya en directa proporción con lo que recibe por parte de los contribuyentes? Ciertamente, el estado se “capitaliza” descapitalizando a los que generan capital. Y por tener el monopolio de ejercer coacción, impide para su provecho la posibilidad de que los contribuyentes usen el dinero que se va en impuestos en protegerse por propia cuenta.
En conclusión, ¿serán los que generan los recursos suficientes para satisfacer sus propias necesidades y aspiraciones los personajes principales de los que se ubican dentro del rubro de los que están dentro de las “demandas insatisfechas”? Todo indica que no. Todo indica que los “insatisfechos” ni se han enterado que están demandando cosas que sus particulares presupuestos no están en condiciones de cubrir, pero que un sector importante de expertos en “políticas públicas” entienden que esa es precisamente la misión de todo “estado moderno”.
Sobre esa premisa es que las “políticas públicas” entran a tallar. Y entran generando la convicción de que por el mero hecho de existir, el nacional de un estado (un ciudadano) posee el legítimo derecho (“natural”, se decía antes) de satisfacer un universo de necesidades más allá de lo económico, aunque en los hechos siempre acarreará ese coste económico.
Así, si antaño el tener un derecho se regía por la premisa de estar en condiciones de disponer de lo que en realidad se tenía, ahora el derecho operará al margen de lo que se tiene. En esa medida, si la economía no es otra cosa que el intercambio de derechos sobre mercancías para satisfacer necesidades, entonces ¿dónde quedará el clásico apotegma romano que rezaba que nadie puede transferir a otro más derecho del que tiene? A lo mejor así es como algunos entendidos en “políticas públicas” satisfacen sus personalísimas necesidades insatisfechas.
(Publicado originalmente en Diario Altavoz.pe)