masacre_en_bagua__catapa_-2Si en el siglo XVI Bartolomé de Las Casas juzgaba que era imperativo suprimir del todo la codicia de los conquistadores castellanos en “Indias”, en el presente sus directos herederos morales prosiguen en la misma brega al intentar desterrar del todo el viejo “modo colonialista” que trata de imponer un estado “extractivista.”

Puntualmente, esas son las expresiones que el Grupo de Trabajo sobre Pueblos Indígenas de la Coordinadora Nacional de Derechos Humanos emplea para recordar el cuarto año de la masacre “de los trágicos sucesos de Bagua.”

Así es, un 5 de junio de 2009 se suscitó una matanza que conmovió al país y que dio la vuelta al mundo. Una matanza que se originó por la pugna por los recursos naturales que se encuentran debajo de las tierras de las comunidades nativas de la inmensa selva amazónica y que instituciones como la “coordinadora” recuerdan exclusivamente como una fecha en la “que se reprimió a los pueblos indígenas amazónicos con un saldo trágico de 33 muertos, un desaparecido y decenas de heridos”.

Como sucedía con los escritos del obispo de Chiapas, lo que se dice puede llamar a engaño. O por lo menos, puede invitar al error. En este caso, el error de asumir que la totalidad de los muertos, heridos y el desaparecido provinieron de los “pobres nativos”. Innegablemente, una clara inducción a caer de bruces en una completa falsedad.

¿Para qué tipo de lector está pensado ese tipo de comunicado? ¿Para los que financian desde el exterior, pensando que la “leyenda negra” de los conquistadores españoles prosigue intacta quinientos años después?

La presunción es válida. Pues si se obvia que de los 33 muertos 24 fueron policías y del resto de los fallecidos no todos eran indígenas (incluso en las fotos algunos “nativos” no tenían cara ni porte de “nativos”), la intención de encubrir los detalles saltan a la vista. Es más, el sindicado como desaparecido también es un policía (recientemente declarado legalmente muerto). Y si se tiene en cuenta que de esos 24 policías 11 fueron salvajemente asesinados con lanzas y machetes por parte de los nativos que secuestraron la Estación 6 de Petro-Perú, la cosa pinta más compleja.

Lo único indiscutible del comunicado de la “coordinadora” es que hasta la fecha no hay ningún responsable sancionado, aunque para ellos todo se centre en “establecer las responsabilidades penales de los funcionarios que dieron la orden de reprimir así como de quienes respondieron excesivamente”. ¿Respondieron?

Como ha de verse, lo que la sindicada “coordinadora” ve no es precisamente lo que se vio. Un proceder análogo al de Las Casas, quien recreaba una realidad a la medida de sus obsesiones: terminar de evangelizar a quienes ya la naturaleza había purificado en cuerpo y alma. Por ello exigía la extirpación de los conquistadores, tal como entidades como la “coordinadora” hoy exigen la absoluta indemnidad de los “naturales” y de su entorno.

Indemnidad con relación al aprovechamiento de los recursos minerales, gasíferos y petroleros. Propiamente, la aspiración de colocar a los nativos en sempiterna cuarentena. ¿Ese es el ideal a alcanzar? Parece que sí. Y acaso de la mano de un “estado de inocencia” que hace que degollar, sacar ojos y mutilar policías sea parte de un clamor por “construir un país de todas las sangres” francamente letal.

(Publicado originalmente en Diario Altavoz.pe)

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