Hace poco Martín Tanaka ubicaba el nacimiento del liberalismo en la sociedad feudal.[1] Tiempo más atrás Antonio Zapata hacía referencia a un joven Fidel Castro inicialmente demócrata liberal radical.[2] Y recientemente Eduardo Dargent catalogó a los liberales que no participan de las ideas de la redistribución de la riqueza de conservadores.[3]
Obviamente, ninguno de los articulistas antes indicados soporta el liberalismo que sus ojos ven. Juzgan que no pueden ser realmente liberales aquellos que rechazan la injerencia gubernamental en los programas de justicia social. Al respecto, Manuel Ayau hubiera indicado que la re-distribución de la riqueza equivale a cambiar las reglas del juego después del juego.
He aquí el punto relevante. Por lógica, sólo se puede redistribuir lo que previamente se ha distribuido. Cuando se reclama injerencia gubernamental en ese campo es que se quiere que se distribuya políticamente (violentamente, para ser más precisos) lo que anteriormente se ha distribuido voluntariamente. Y en este último ámbito la acusación de conservadurismo a los liberales que privilegian la distribución consensual a la compulsiva es no comprender el norte de los principios del laissez-faire: que las personas se relacionen desde instituciones tan caras al liberalismo como la igualdad ante la ley, la autonomía individual, los contratos y la propiedad privada.
¿Qué de conservador puede tener un orden donde cada quien se mueve desde estas instituciones? Los mercados sólo son posibles a partir de la activación de economías, las que únicamente son dables desde individuos con derechos. Clara muestra de que la economía no es un juego de suma cero. Así es, nadie se relaciona ni negocia para perder. Ello en la economía, pero no se puede decir lo mismo de la política.
Pero bueno, tal parece que ese tipo de liberalismo no tiene cabida en el paraíso de los discursos políticos oficiales. Por algo los mercaderes fueron expulsados del Templo a latigazos. Aunque más remotamente Platón ya los había expectorado de toda viabilidad propiamente regia: para él la ciencia de la política sólo podía estar presente en los pastores de rebaños (rebaños de hombres, no de ganado), no en los comerciantes.
Como se ve, históricamente la política es cosa de seres especiales. Exactamente, de hombres providenciales. ¿Cómo los “liberales” Fidel Castro y Tirofijo (Manuel Marulanda, realmente llamado Pedro Marín)? Ambos siguieron en su juventud al carismático líder “liberal” colombiano Jorge Eliécer Gaitán (gran admirador el ¿liberal? Víctor Raúl Haya de la Torre).
Gaitán tenía previsto reunirse el viernes 9 de abril de 1948 con el por entonces activista estudiantil cubano Fidel Castro, pero no pudo. Fue asesinado. Ciertamente el origen de la moderna violencia política colombiana surgió de ese hecho (el “bogotazo”), donde “liberales” como Tirofijo acaudillaron la lucha armada reivindicando una sociedad sin clases y sin propiedad privada. Exactamente el mismo ideal que el inicialmente “liberal” Fidel Castro llevó a la práctica en Cuba. Esa Cuba que en el presente es el feudo de la familia Castro y de cada uno de los “barbudos” que tomaron el poder el 1 de enero de 1959.
Asumo que ese tipo de “liberales” son los que dan vida al “liberalismo” que Martín Tanaka indica como nacido de la sociedad feudal. Y pensar que calendarios más remotos (en el libro Constitución y Sociedad de 1981, una manual universitario de derecho constitucional), la dupla de académicos Marcial Rubio/Enrique Bernales acusaba al régimen económico de la Constitución de 1979 de ser de tendencia liberal. ¿Ese será el liberalismo que Dargent asume con simpatía?
(Publicado originalmente en Diario Altavoz.pe)
[1] http://www.larepublica.pe/columnistas/virtu-e-fortuna/en-pos-de-la-republica-10-08-2013