Miguel_Grau_S.Según la “psicología ganadora” de Aldo Mariátegui, recordar el sacrificio de Miguel Grau en Angamos es propio de una “psicología derrotista”. Bajo esa premisa, sólo los ganadores son los que valen. Por lo mismo (siempre según Mariátegui), los perdedores no saben de legados que valgan la pena rememorar.

Lamentablemente para Mariátegui, las cosas no son tan simples. Si nos basáramos sólo por los resultados innumerables hechos de sacrificio y valor humano serían incomprensibles. Por ejemplo, si ello fuera así la gesta de Leónidas y sus 300 espartanos ante la invasión persa carecería de todo valor. Igual podemos decir de los judíos que se levantaron en armas contra los alemanes en el Gueto de Varsovia en 1943. En ambos casos, los antiguos espartanos y los modernos judíos polacos sabían perfectamente que iban a ser derrotados. Aún así, salieron a luchar con la convicción de los que saben que las derrotas no tienen por qué destruir el honor de los vencidos ni mucho menos las ilusiones de alcanzar lo imposible.

Ese es el punto. Grau sabía perfectamente el reto que el invasor le había impuesto. No obstante ello, hizo lo que humanamente pudo para alargar la inminente derrota. Como él, muchos otros igualmente convencidos de la superioridad chilena optaron por no capitular a la primera y ofrecer su vida como ejemplo de lucha. En enero de 1881 la población de Lima se movió bajo idéntico impulso. Conscientes de una derrota inminente, niños, jóvenes y adultos salieron a dar cara a un rival de lejos mejor equipado, altamente profesional y bien comandado. El resultado: una matanza de ciudadanos-soldados que la “psicología ganadora” no será nunca capaz de asumir. ¿Esa “psicología” hubiera preferido rendirse ante la sola noticia de la declaratoria de guerra?

Obviamente el problema de concebir los hechos desde el resultado final anula toda una serie de situaciones que no pueden de ser dejadas de lado tan fácilmente.

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