Paul Laurent

epensa1La periodista María Milagros Brugman le dice a Augusto Álvarez Rodrich (uno de los ocho firmantes de la Acción de Amparo contra la adquisición del grupo periodístico Epensa por el grupo El Comercio) que el problema de la “concentración de medios” sería igual de grave si el grupo La República (el otro postor) compraba Epensa (titular de los diarios Correo, Ojo, El Bocón y Ajá).

Sorprendentemente Álvarez Rodrich (ex director del diario Peru21 del grupo El Comercio y hoy columnista del diario La República, conductor del grupo ATV —tanto en señal abierta como en la de cable— y de Radio Capital del grupo RPP) responde lo siguiente:No sería igual, yo no sé si La República quiere o no comprar Epensa.

Si nos basamos en esa respuesta, debemos entender que este importante articulista, conductor televisivo y radial no lee periódicos, no escucha radio ni ve televisión. ¿A lo mejor ese desconocimiento sea el motivo de su temor?

Como apunta Vásquez Kunze, Álvarez Rodrich no advierte que tanto El Comercio como Epensa tienenuna línea política e ideológica concordante”. ¿O es que Álvarez Rodrich extraña las columnas “disidentes” de un tal Aldo Mariátegui (ex director de Correo y hoy columnista de Perú21)? ¿Mariátegui respondía a un tipo de periodismo afín al “pluralismo” que busca salvar Álvarez Rodrich? ¿Su miedo al monopolio mediático se activó ante la posibilidad de esa pérdida de diversidad de escribas como Mariátegui?

Fuera de ironías, la anotación de Vásquez Kunze es precisa: Que el poseedor del 49.30% de la prensa escrita (el grupo El Comercio) adquiera el 28.56% de ese mismo total (el grupo Epensa) no altera la línea política ofrecida a ese 77.86% de consumidores de diarios y revistas. Ello solo ocurriría si es que el grupo La República hubiese adquirido Epensa, pasando a convertirse en el ogro que adquiere una posición dominante y monopólica, que es lo que la Constitución rechaza.

He ahí el punto. La Constitución de 1993 optó por ver las cosas desde la ficción de que en sí mismo las posiciones dominantes y monopólicas son malas. Ello es lo que indica su artículo 61º. Ciertamente la teoría económica neoclásica tiene mucho que ver en este tipo de ojerizas contra la libre empresa. Desde su influencia no se repara que el problema no es en sí el monopolio, sino la falta de competencia.

Claramente las diferencias entre un monopolio estatal y uno privado son abismales. No es igual imponer por vía legal un único producto a todos a que todos escojan libremente un producto, ello especialmente si el bien en cuestión (como la prensa escrita) no es un bien escaso (¿qué impide fundar otros medios escritos?).

Ello por el lado legal; por el lado político, hasta donde recuerdo los candidatos presidenciales predilectos de El Comercio no han ganado elecciones (comenzado por Mario Vargas Llosa, su candidato de 1990). Desde ese mismo cauce, ¿han sido las empresas privadas de comunicación las que han vulnerado la libertad de prensa, expresión e información, o han sido los gobiernos?

Finalmente, a la impecable aclaración de Vásquez Kunze sólo le encuentro un yerro. Y el mismo está cuando dice que “El Comercio representa a la derecha (¿o alguien creyó alguna vez que El Comercio es o ha sido de izquierda?)”. Al respecto, solo es suficiente revisar la posición del diario en varias etapas de su larga existencia para comprobar que si no fue rojo, por lo menos sí fue por lo menos “rosadito”. Como ejemplo, ya en plena dictadura de Velasco pedía acompañar las reformas de este dictador: reforma agraria, la toma de La Brea y Pariñas y la toma de diarios como La Prensa (el diario rival de El Comercio). Sólo cuando Velasco expropió El Comercio, cambió de color.

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