untitledQuizá para muchos jóvenes su nombre pase desapercibo, pero para otros el nombre de Gonzalo Garland Iturralde tiene que ver mucho con el Perú que apuesta por el progreso y la modernidad. Durante los penosos años ochenta, don Gonzalo fue un solitario y terco defensor no sólo de la libre empresa, sino sobre todo de la integración del Perú con las economías del Asia-Pacífico. Así pues, lo que hoy es un lugar común en materia de comercio internacional, nació de la mano de este visionario a carta cabal. El sólo escucharlo disertar sobre la potencialidad de aquellos por entonces lejanos mercados, era en los ochenta una manera muy lúcida de soñar, de ser optimistas. En ese sentido, don Gonzalo nos enseñó que al otro lado del océano siempre hay mundos que nos esperan. Que descanse en paz.

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