Una de las mayores críticas a las leyes de promoción de la agroexportación peruana se centra en su sistema de contratación laboral, que nace de excepciones a reglas nacidas de esquemas pauteados por los legisladores antes que por la libertad contractual. Por ende —y siguiendo el modelo europeo—, se está de plano ante un mercado altamente regulado de antemano.

Siendo ese el punto de partida, ¿cómo Europa pudo levantarse de los escombros de la Segunda Mundial si en materia laboral ella es el espejo donde nos miramos y le sirve de referente a los críticos de todo asomo de soluciones liberales?

Para lamento de los partidarios del estado de bienestar, no se puede entender el renacer de la Europa de la postguerra sin dichas perforaciones legales. ¿Cómo auscultar su resurgir económico sin las disposiciones para hacerse de “mano de obra barata”? Ello fue lo que permitió la llegada de trabajadores de diferentes países —sean de la propia Europa, del norte de África y del Oriente Próximo— para dinamizar su economía y hacerla productiva.

Obviamente el arribo de estos trabajadores “no calificados” —aunque muchos lo eran, dado que optaban por descalificarse para conseguir empleo— era posible exonerándolos de “derechos”. Para comenzar, por su estatus legal eran personal no sindicalizado. Ataviándolos de escasa “protección social”, percibían ingresos bajos en términos del país que los contrataba pero elevados con relación a sus países de origen. Esto último hizo que las remesas enviadas a sus familiares tuvieran un significativo peso en las economías que habían dejado, capitalizándolas a distancia.

Aquello no sólo aconteció en el campo fabril. El “boom” del turismo de masas no hubiera sido factible sin esas medidas. El carácter estacional de esa actividad requería sortear la rigidez del derecho laboral europeo, y así se hizo. A la par, los estados establecieron garantías igualmente excepcionales para los inversores.

No obstante la atmósfera antiliberal del Viejo Continente, era palmario que el objetivo se centraba en que la gente tuviera trabajo antes que un poético derecho al trabajo. Y ello se dio en la cuna del estado benefactor.

(Publicado en Contrapoder, suplemento del diario Expreso, Lima, domingo 17 de enero, 2021)

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