Contaba el ex rector sanmarquino Luis Alberto Sánchez que cuando Rafael de la Fuente Benavides (más conocido como “Martín Adán”) puso a disposición del jurado su tesis doctoral titulada De lo barroco en el Perú (1938), el desconcierto fue total. ¿Qué era eso? ¿Estaban ante la obra de un genio o la de un loco?

No la entendieron. Pero como un catedrático no puede confesar que “no entiende”, la aprobaron. Como anotó Sánchez, hubiese sido una vergüenza que aquellos profesores confesaran su ignorancia ante el ya célebre autor de La casa de Cartón (1928). En sus palabras, no aprobarlo “habría equivalido a mostrarse incapaces de entender, y un catedrático universitario debe de ser capaz de entenderlo todo, hasta lo que no entienda”.

Como ello es imposible, ¿cuánto de esa supuesta capacidad de conocimiento omniabarcante se sustenta en gaseosos puntos de apoyo como el seguir la corriente de lo políticamente correcto, el no colisionar con un ícono del momento o simplemente no “hacerse problemas” y caer simpático al que más? Por cierto, ¿no hay mucho de ello cuando alguien dice que “todo es culpa del liberalismo”?

Durante la Segunda Guerra Mundial el profesor de la London School of Economics Harold Laski interpretó los iniciales reveses de las fuerzas británicas en el norte de África como el fracaso definitivo del sistema capitalista. Aunque calló en todos los idiomas cuando la conquista de la Ucrania soviética por el ejército nazi —nunca dijo que era el fracaso definitivo del sistema socialista—, procedió como el grueso de una intelectualidad alineada a la izquierda.

Pero bueno, alguien podrá decir que Laski fue un marxista convicto y confeso. Sin embargo, ¿cómo entender a un Pierre Grimal (en La civilización romana, 1981) culpando al liberalismo de la caída del Imperio Romano no obstante advertir que el excesivo gasto en suntuosas obras públicas, millonarios juegos, prebendas al alto mando militar y subsidios por doquier había minado las arcas públicas? Obviamente algo no cuadra, pero la muletilla de quienes “lo saben todo” y “lo explican todo” se impone cerrando bocas y razones.

(Publicado en Contrapoder, suplemento del diario Expreso, Lima, domingo 8 de agosto, 2021, p. 8)

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