carrillo681358_1“El jubilado sentencioso con esa voz de fumador que se hacía tan familiar en la radio había circulado por Moscú cuando tenía 20 años en uno de los coches de lujo que se ponían a disposición de los invitados oficiales; había tenido a su cargo a los 21 las vidas de millares de prisioneros en el Madrid sitiado por el ejército de Franco; había escrito a su padre a los 24 una carta pública en la que lo llamaba traidor y se declaraba su enemigo; había escalado en la burocracia del Partido Comunista en los años del exilio y del estalinismo. Fue testigo de heroicidades y cómplice de crímenes. Dirigió un partido en el que el culto a Stalin era tan ferviente como la resistencia sacrificada y muchas veces heroica contra el franquismo. Construyó sus libros de memorias no en torno a lo que recordaba sino a lo que fingía haber olvidado. (…) No es posible saber quién era de verdad Santiago Carrillo, qué pensaba, qué cosas recordaba con terrible claridad y no dijo nunca.” (Antonio Muñoz Molina)

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