En los últimos años los productores de café han tenido ganancias extraordinarias. Cuando vendían su producto a buen precio todo era perfecto. Sin embargo, hoy exigen que el estado les condone deudas contraídas principalmente con la banca privada e invierta en lo que ellos no han invertido en el negocio que tanto les hizo ganar. Y para que los escuchen han tomado carreteras e impedido el paso de decenas de miles de personas.
Justifican su comportamiento delincuencial (es delito bloquear carreteras e impedir el paso la gente) culpando a la inacción del estado en combatir la plaga de la roya amarilla. Claro, hablan de “plaga” para conmover corazones. En el imaginario colectivo hablar de la existencia de una plaga en el acto hace evocar una maldición divina. Pero no es el caso, la roya amarilla no es ninguna plaga, sino una enfermedad. Por lo mismo, ¿por qué no invirtieron en investigar sobre dicha enfermedad y combatirla en los buenos años (exactamente los últimos cinco años de buenas ventas a altos precios) con sus propios recursos?
La respuesta es simple: no lo hicieron porque la experiencia les ha enseñado que es más barato financiar antisociales y utilizar a gente humilde para que bloqueen carreteras y le reclamen al estado soluciones a problemas que sólo a ellos les atañen resolver.
Si el estado cede al chantaje de estos malos empresarios estará dando una pésima señal. Es verdad que el rubro agrario este tipo de soluciones son una constante, pero también es verdad que ya es hora de cortar de una vez por todas con ese tipo de extorsiones.
Totalmente de acuerdo. Lo que hacen estos cafetaleros es irresponsable, es de empresarios que no tienen visión ni futuro. En lugar de optar por resembrar en su momento sus parcelas con variedades resistentes a esta y otras enfermedades…pues esta los agarra con los pantalones abajo.
Que aprendan.