¿Realmente las AFP son privadas? ¿Es decir, lo son en toda la extensión de la palabra? Al respecto, algunas breves notas discrepantes con el artículo «¿Fracasaron las AFP?» de Carlos Adrianzén.
Hasta donde conozco, las AFP nunca fueron propiamente privadas. Ello en el sentido de como lo puede ser cualquier negocio particular. Por ejemplo, la bodega de la calle donde vivo no necesita de ninguna ley del estado que obligue a la gente a comprarle sus productos. En cambio (desde sus orígenes), las AFP sí requieren ese tipo de normas. Ya sólo hay que hacer memoria y recordar un detalle adicional: el ministro que impulsó las AFP terminó fundando una. De por sí, ese sólo hecho delata la hechura mercantilista del sistema.
Ahora, ¿dónde ha escuchado Adrianzén que se proceda a la confiscación de las AFP para hacer viable el sistema? Por lo pronto, nadie medianamente serio ha propuesto esa “solución”. Ese vocerío sólo ha salido de los propios agentes de propaganda de las AFP. De que hay marginales que ansían ese cometido no hay duda, pero son marginales.
Que la salud económica de las AFP es más que buena, ello no se discute. Tampoco es dable poner en tela de juicio el daño que la excesiva regulación les hace, ni mucho menos la torpeza de los diferentes gobiernos de impedir que ellas inviertan en el extranjero y procedan a hacer uso y provecho de mercados mucho más ricos y dinámicos que el nuestro. Por supuesto que si fueran más libres para actuar dentro y fuera del país el beneficio redituaría en los fondos de sus afiliados.
Ciertamente las AFP muy bien pueden ser una alternativa frente el fracaso estatal en el tema pensionario, pero que esa alternativa la decida la gente libremente. Al fin y al cabo, no son la única solución. En un mercado libre ellas serán una de las tantas maneras de ahorrar para el futuro (para los que quieran ahorrar para el futuro). Aunque para economistas como Miguel Palomino del IPE esa manera liberal de asumir el mercado libre no es nada liberal.
Según Palomino (en entrevista con Jaime de Althaus), “lo liberal” es obligar a la gente a ahorrar. En pocas palabras, “lo liberal” es usar la ley del estado para financiar negocios particulares. Así es como pasamos de Adam Smith a Colbert. Exactamente ese mercantilismo que ha sido captado infraganti en los últimos días: un ministro que a la vez opera como consultor de una transnacional y promueve normas para su provecho y una abogada socia de la hermana de otro ministro que requiere a dicho ministro para que influya en favor de sus socios.
Por último: ¿la naturaleza de los impuestos es para brindar asistencia social a los que no pudieron agenciársela? Por lo expresado por Adrianzén, él cree que sí. Ahí hay un error. Los impuestos no tienen ese fin. Hasta donde entiendo, ellos están para financiar la existencia de sistemas de protección de la integridad física y de la propiedad de la gente. Se asume que lo demás corre por cuenta y riesgo de cada quien. De lo contrario, quien paga impuestos pasará a estar en el mismo nivel de indefensión de los que no pagan, pero que exigen (a través de sus portavoces) como sí pagaran.
(Reproducido en Dario Altavoz.pe)