kunzeNo es muy complicado ser profeta del infortunio en un país históricamente inconstante, siendo que la docena de constituciones que nos adornan es de por sí un karma negativo.

Por eso la profecía apocalíptica de Vásquez Kunze (vid. El mundo que se viene) de que la “historia” nos determina y que por ende es ella la que liquidará veinticinco años de crecimiento económico, lleva la careta bifronte de Jano: es tan verdadera como falsa. Verdadera por lo dicho, nuestra inconstancia (cortesía de una institucionalidad endeble que hace que prime el hombre antes que la ley). Y falsa por su órfica invocación a la historia, como si ella fuera un monstruo maligno que empuja al mundo a su capricho.

En los años sesenta ese determinismo historicista animó a muchos jóvenes y no tan jóvenes a ver la historia como un inevitable proceso hacia un “mundo feliz”: el socialismo. Por entonces eran optimistas. Tanto que soslayaron que no existe la historia hacia adelante, que siempre toda historia se remite al pasado.

Pero bueno, ese pequeño detalle no les importó. Empero, no estaban para creer a pie juntillas que la “historia” se hace sola. No. Como buenos apocalípticos (muchos de ellos formados primeramente en los rigores de la angelología católica antes de dar su salto dialéctico al marxismo), sabían muy bien que tenían que trabajar duro y parejo para que su idealizado futuro se haga realidad.

Así pues, como los grandes profetas del fin del capitalismo, procedieron a socavarlo conscientemente. Es decir, no confiaron que su “historia” pudiera cumplirse por sí sola. A diferencia de Vásquez Kunze, estos trovadores del peace & love y del igualitarismo compulsivo no se comieron el cuento de que la historia determina nada por sí misma. Tal es como estos vanguardistas llegaron a imponer la agenda política de las próximas décadas. Desde entonces la inflación como los abultados déficits fiscales pasaron a ser parte del abc del bueno gobierno.

Curiosamente, en ese mismo período otras naciones eludían la “historia”. Así es como en el sudeste asiático la “historia” fue por otra parte. Ello como clara muestra de que el mundo no se mueve por una historia única, sino que él está conformado por una generosa variedad de historias.

Como diría cualquier comprador diligente, ya sólo será cuestión de saber elegir.

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