Si durante la Segunda Guerra Mundial los habitantes de los países invadidos por Alemania sólo se sentían libres eludiendo las leyes nazis, en la Inglaterra victoriana las cosas no eran diferentes si es que de buscar la felicidad marital se trataba.

De las tantas maneras de eludir el rigor de un matrimonio que no complacía, los campesinos ingleses del siglo XIX todavía practicaban una “vieja costumbre” de divorcio en un tiempo donde el peso moral del “qué dirán” era inmenso. Así es como nos topamos con una singular “venta de esposas”.

Como se lee. En aquella sociedad de valores rígidos e intransigentes, la tradición rural de poner fin a un asunto demasiado complicado de resolver por la legalidad formal se solucionaba por un simple contrato de compra y venta. Por su intermedio los esposos procedían —más que a disolver la unión conyugal— a perennizar la institución matrimonial pero cambiando a una de las partes del “pacto sagrado” por un módico precio.

Obviamente, para el grueso de la opinión pública ese proceder era altamente ofensivo. E. P. Thompson registra que esa práctica se llevó a cabo por lo menos hasta 1913, informando sobre la demanda judicial de una joven que dijo que había sido vendida por su marido a un compañero de trabajo por una libra y que éste no cumplía con los gastos de su manutención.

Como se ve, la presencia del “comprador” de la esposa no venía de súbito. No solía ser un extraño, que es lo que uno puede imaginar a primera vista. Todo lo contrario, estamos ante un tercero por demás conocido. Así, lo habitual es que ello servía para formalizar una situación afectiva que existía con anterioridad.  Ahora, ¿qué tan antigua fue esa “tradición”? Según Thompson, surgió entre fines del siglo XVII y comienzos del XVIII. Justo en el momento en el que Inglaterra asienta los valores de su revolución modernizadora de 1688. Tiempo en el que el contrato entre las partes se erige como soporte fundamental de una sociedad que tiene al comercio como el modo más sencillo de libertad.

(Publicado en Contrapoder, suplemento del diario Expreso, Lima, 6 de diciembre, 2020)

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