Paul Laurent

Revocatoria¿Por qué el político (en todas sus variantes) suele ser un tipo grandemente diferenciado del resto de los mortales? ¿Es algo así como una patología? ¿Un club de enfermos mentales para los que no hay nada que les sea imposible?

Sin duda, es la ambición de poder la que activa esas personalidades. Y la activa hasta el delirio. Ese mismo delirio que hoy motiva a los impresentables adversarios de una alcaldesa que tiene su propio historial de delirios: militante revolucionaria, persistente fundadora de partidos rojos, rosas y verdes, anecdótica candidata presidencial que alcanzó el 0.26% de la votación y romántica postulante a la alcandía de Lima, ¡la que ganó!

Así, pedir su revocatoria sin reparar en el riesgo que esa ultrademocrática institución representa para la estabilidad política y en los millones de soles (¿100, 200 o más?) que ese proceso le cuesta al tesoro público, va de la mano con la irresponsable candidatura de una señora que creyó que gobernar una pujante ciudad de ocho millones y medio de habitantes era cosa tan simple como rezar el rosario siendo comunista.

¿Puede estar una de las ciudades más grandes del mundo a merced de las ocurrencias de este tipo de personajes? ¿No debería ir el progreso de estas urbes de la mano de actores más acordes como el competitivo sentir de sus residentes? ¿Hasta cuándo se tendrá que padecer la hegemonía de estos príncipes que se mueven bajo el precepto maoísta de que salvo el poder, todo es ilusión? Y aquí no hablo sólo de legalidad, sino de responsabilidad: que es el asumirse capaz de poder liderar un equipo de gente tan honesta como eficaz.

Ya que es difícil calibrar a medida las cualidades humanas, lo que corresponde es mejorar el marco institucional donde los congénitamente intrépidos y atolondrados (muchos de ellos verdaderos avezados) se mueven a sus anchas. La carencia de reglas de juego que impidan que esos enfermos que nos gobiernan afecten severamente la vida de las personas es aún un tema no resuelto que únicamente beneficia al pequeño pero letal universo de emprendedores políticos que nos alteran la existencia (es decir, los que no producen un céntimo pero que hacen gastar millones y encima ralean el ambiente con su presencia).

Así es, el canibalismo político que se suele ver en pequeñas localidades del interior del país ahora se ha instalado en Lima. Y se ha instalado con sus estridentes coros, a cada cual más esquizofrénico y apocalíptico. Si basáramos la realidad de las cosas en los discursos de estos afiebrados Savonoralas, el suicidio sería la salida más prudente ante cada versión del fin del mundo que nos presenta si es que el adversario gana.

La ineptitud de quien confunde escalones con escaleras completas sin duda no es comparable con el que paga a una empresa fantasma (caso COMUNICORE) una deuda de 35 millones de soles que había sido renegociada en 14 millones y medio. Claro que no lo es, pero que ello no sea un consuelo de tontos. El soporte institucional que permite la revocatoria tanto como el que ha convertido a los municipios en auténticas satrapías que desincentivan la inversión privada y alientan la corrupción, tiene mucho que ver en esta absurda situación. Situación bendecida por el incivil voto obligatorio.

(Publicado en Diario Altavoz.pe)

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