Paul Laurent
Sin duda, la mayor sorpresa de proceso de revocatoria contra la alcaldesa Susana Villarán fue cómo determinado sector del electorado capitalino decidió mantenerla en su cargo y a la vez expulsar al grueso de los regidores de su partido.
La propuesta de Pedro Pablo Kuczynski de que se apueste por la institucionalidad de la máxima autoridad edil pero que se revoque a sus acompañantes de la izquierda tuvo un insospechado eco. A partir de ese pedido, un sector importante de electores hizo una poda de “radicales” que nadie imaginó posible.
El efecto de esa decisión traerá inevitablemente un panorama completamente distinto en la comuna limeña. Ahora el soporte de la señora Villarán será el partido de su antigua rival y hoy aliada: el PPC de Lourdes Flores Nano.
Todo este collage de situaciones no pensadas invita a imaginar lo distinto que pudiera ser el escenario político en general si es que el voto fuera realmente libre. Y digo realmente, porque los genios de la Constitución de 1993 (repitiendo lo dicho en la carta de 1979) señalaron en el artículo 31º que: El voto es personal, igual, libre, secreto y obligatorio hasta los setenta años. Es facultativo después de esa edad.
Así como se lee. Sólo los mayores de setenta años son realmente libres, los demás no. Si el resto de los peruanos tuvieran la misma libertad en materia electoral que sus mayores de sesenta años, quizá la novedad alcanzada durante el sufragio por la revocatoria pase a ser más que una futura anécdota.
Los electores que decidieron cruzar su voto y desplazar a los sectores que consideraban contrarios a la inversión, a la explotación minera y al proceso de capitalización que se inició hace dos décadas han dado una valiosa muestra de lo que es un voto informado, un voto nacido de personas altamente conscientes de lo que están haciendo.
Si alguien dice que este “voto informado” no lo es porque de él se hizo razzia del oponente, en clara muestra de seguir una consigna (la de ¡afuera los rojos!), ello no anula la sofisticación del voto. ¿Realmente había quienes aguardaban algo mejor que esto luego de haber padecido meses de una afiebrada “guerra civil” de insultos?
Es obvio que estamos ante una decisión nacida en sectores minoritarios del electorado, pero significativos. Si durante años se viene hablando despectivamente de “cívicos” y de “caviares” que sólo se mueven por valores altamente ideologizados (gregarios y antiliberales), ¿estamos hoy frente a un universo de “cívicos” con valores marcadamente diferentes a los que han sido expulsados a través del voto de la comuna limeña?
De ser ello así estaríamos ante lo único rescatable del proceso de revocatoria. Para más señas, una corriente de opinión pública que tuvo su inmediato eco en las redes sociales (hasta quizás se originó ahí) y que podría ofrecer un futuro mucho más auspicioso y altamente democrático si es que ese nivel de compromiso cívico tuviera un peso mayor en cada justa electoral.
Ciertamente, para que esa mejor calidad de voto tenga relevancia sólo será posible si es que la libertad que tienen los mayores de setenta años para votar (o no votar) se extiende a toda la ciudanía. Una ciudadanía que en el plano nacional es muy diferente a la limeña.
(Publicado en el Diario Altavoz.pe)