Primero fue el presidente de la República al asumir el mando el 28 de julio, y ahora el presidente del Consejo de Ministros en Huancavelica. Ambos fungen de reivindicar lo andino, pero sacan del baúl una historia falsa sobre Felipillo. Sin rubor, utilizan la caricatura del “indio traidor” para enrostrar a los que se venden y se ponen (siempre según ellos) en contra de los intereses del país. De ese modo, repiten un infundio que el vulgo toma como cierto desde su ignorancia.
Es imperdonable que un (dizque) profesor de escuela y un catedrático universitario tomen la figura de Felipillo como lo que nunca fue. Para empezar, Felipillo no fue inca ni por asomo. Más bien fue parte de los pueblos sometidos por el Tahuantinsuyo.
Su condición de aborigen no tiene por qué igualarlo a los demás pobladores de lo que hoy conocemos como Perú prehispánico, territorio que en su día fue habitado por una multiplicad de etnias y comunidades. Que la noción administrativa (propiamente tributaria y religiosa) de “indios” o “indígenas” no llamen a engaño. Éstos no eran un cuerpo homogéneo. Sin embargo, se les ha empaquetado de tal manera que han arrumbado su particularidad.
Así es como se soslaya que Felipillo fue acaso un tallán que —como le ocurrió a muchos— de muy muchacho fue tomado, capturado o simplemente entregado por los suyos para que sirva a esos extraños seres que un día de septiembre u octubre 1527 aparecieron en el mar. ¿O ello sucedió en 1524 en Cancebí (en Manta), en la primera exploración marina de Bartolomé Ruiz? Las huestes de Francisco Pizarro buscaban que aprenda castellano y les sirva de intérprete. Tal es como convivió con los hispanos, siendo que incluso pudo haber formado parte del grupo de acompañantes de Pizarro en su viaje a la corte en Toledo en 1529.
Lo que sí es auténtico es que Felipillo estuvo en Cajamarca en noviembre de 1532. Ello ha hecho que se le tenga como el intérprete mal intencionado en la escena en la que el padre Valverde y Atahualpa dialogan ásperamente. Pero esa tarea le correspondió a otro “lengua”, a Francisquillo.
Quizás también sea real que Felipillo indispuso a Atahualpa durante su cautiverio. Al fin y al cabo su pueblo fue víctima de los cuzqueños. A pesar de ello, cuando Manco Inca se rebele contra los conquistadores Felipillo se les sumará. Por eso es que morirá combatiendo fieramente. A decir del historiador Juan José Vega, Felipillo debe de ser tenido como un héroe. Sin embargo, los que se dicen defender al “mundo indígena” lo siguen mostrando como el traidor que nunca fue.