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La Habana, barrio de El Vedado, fines de Octubre de 2011: Una noche sentado en una fuente de soda frente a la famosa heladería Copelia (donde sólo venden un sabor de helado), se acercan a la mesa un par de habaneras curiosas por saber de dónde era. Al informarles mi procedencia, una de ellas (que se presentó como periodista y narradora de noticias de la televisión cubana) se ufanó de ser muy amiga de una peruana muy famosa y ferviente admiradora de la revolución cubana, “porque no me vas a decir mi amor que no conoces a Laura Bozzo, que se hospedaba en mi casa cada vez que venía a La Habana”. Bueno, lo tomé por el lado más simpático. Al fin y al cabo, quién no conoce en América Latina a la que hizo conocer que los peruanos carecíamos de dentadura y hacíamos polladas. Pero para demostrarme que realmente conocía peruanos famosos sacó de la manga a otro admirador de Fidel y gran camarada revolucionario, casi un héroe del proletariado latinoamericano: “¿Debes conocer al negro Risco?, ¿tienes que conocerlo mi vida, ese negro es una joya de la lucha por los pueblos?”, inquirió emocionada. Mi sorpresa fue mayúscula, aunque tuve que disimularla, pues había dicho que no sabía nada de política ni me interesaba. Obviamente, no se había enterado que el sindicalista Risco llegó a ser congresista por el partido de sus enemigos de clase. Precisamente ese tipo de gente que en Cuba (por mandato de la propia Constitución) carecen de todo tipo de derechos (igual a los judíos en la Alemania nazi): los burgueses.
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