En el siglo I de nuestra era el historiador y nostálgico republicano romano Tito Livio advirtió que la libertas no era patrimonio de todo los pueblos. Entendía que para soportarla era necesario una preparación previa.

¿A qué se refería con esto último? ¿Acaso eran menester algunos talleres, políticas públicas inclusivas o una limpieza del alma? Nada de eso, juzgaba que para ser libre había que gozar de la fraternidad antes que de la discordia, de la tolerancia, la cooperación y la complacencia en vivir en el mismo suelo donde moraron los ancestros. Sólo si se lograba ello se podría merecerla, pues la libertad exige una sociedad ya fuerte.

Trece siglos después, el florentino Rinaldo degli Albizzi (caro enemigo de los Médici) le dijo a un papa que sólo es apetecible una patria en la que uno pueda disfrutar tranquilamente con sus bienes y con sus amigos, no aquélla donde los bienes te pueden ser arrebatados sin dificultad y donde los amigos, por miedo de su propio mal, te abandonan cuando más los necesitas. Justo esa era la multitud de familias y su propiedad común que en el siglo XVI el intelectual francés Jean Bodin anotó en su famoso libro sobre la república. Para él el término “común” no invitaba a fantasías ni a frivolidades, pues invocaba una comunidad de propietarios. En 1656 James Harrington sentenciará ese parecer con aristocrática elegancia: si un hombre llegó a fundar una república, era ya un caballero.

A pesar de los mil quinientos años de distancia que separan a Livio de Harrington, era evidente que la idea libertad iba de la mano con un alto proceso de capitalización tanto económico como político y social. A ninguno de los autores aquí citados se les ocurrió hablar de una república de hombres libres fuera de ese esquema de sociedad ya fuerte. En términos modernos: una sociedad institucionalmente sólida. Obviamente el sustrato oligárquico asoma por doquier, pero quien plantee replicarlo a un espectro social más amplio no podrá eludir esas bases previas. Convicción que será más que patente con el arribo de argumentos liberales.

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